La importancia de llamarse Perez o el extraño caso de la herencia de los Perez

La siguiente historia ha sido modificada en sus personajes para poder traerla a este blog, acompañada de un poco creatividad sobre lo que se pudo haber dicho en aquella época.


Entre la familia se cuenta una anécdota sobre un suceso muy particular ocurrido en Medellín en los años 80´s que llamó la atención de la sociedad y así como surgió, desapareció en el olvido durante mucho tiempo. Pero logramos recuperar este suceso tan particular, de manos de algunos implicados en el caso:

Las familias de Antioquia amanecieron con un artículo llamativo en el periódico El Colombiano que indicaba algo como esto:


"Atención a todos las personas de apellido Perez.

Un gran hacendado del apellido Perez, quien pasó a residir a Inglaterra falleció recientemente y no dejó ningún descendiente que pudiera reclamar su cuantiosa herencia, por lo cual dejó un testamento y hace un llamado a todas las personas del apellido Perez a demostrar su ascendencia para poder ser acreedores de los bienes del finado. Quien se crea familiar lejano de este ciudadano Colombo-inglés de apellido Perez podrá reclamar su herencia. Por favor asistir los días sábado 15 a domingo 16 entre las 8 am a las 16 pm a la plazoleta Uribe Uribe a demostrar su ascendencia"


Ante tal situación se generó un gran murmullo entre los antioqueños, que comenzaron a cuchichear sobre quien pudiera ser este hacendado rico de apellido Perez que dejo una vasta herencia en Inglaterra.

Las personas se comenzaron a hacer preguntas acerca de esta situación, tales como: ¿cuáles eran los términos de la herencia? ¿qué tan cuantiosa era la suma de dinero a entregar? ¿Qué se fue a hacer este personaje de apellido Perez a Inglaterra? y la más importante: ¿lo que acababan de leer en el periódico era real o no?

Ante esta situación, una vez digerida la información del periódico por parte del pueblo antioqueño, desde las poblaciones más apartadas hasta las más cercanas y todas las esferas de la sociedad antioqueña comenzaron a asistir a los despachos parroquiales y notariales a solicitar sus credenciales del apellido Perez, es decir, solicitaron registros civiles y partidas de bautismos de sus padres, abuelos y bisabuelos del apellido Perez que pudieran demostrar su ascendencia hasta alguno de los ancestros Perez de Antioquia.

Y cual liga de los pelirrojos de Sherlock Holmes, durante un fin de semana, una de las plazas principales de Medellín se llenó de personas del apellido Perez; todas con partidas de bautismo en mano y registros civiles que demostraran su lejana conexión con este personaje, sin saber a ciencia cierta de cuál de todos se trataba.

Esta información también llegó a través del periódico matutino que compraba la familia. En ese entonces, una familia numerosa antioqueña se componía de el padre, la madre y entre 7 a 15 hijos e hijas de diferentes edades, todos con una función por cumplir, además de los anteriores, en las casas de familia antioqueña había una fuerte presencia matriarcal y solía haber una tía soltera que tenía la función de educar a los hijos menores y aconsejar a los más mayorcitos de la casa. 

Era la mañana del Sábado 15 y el primer café de la mañana no fue el que despertó a la tía abuela Esperanza, sino la lectura del periódico, indicando la noticia del hacendado rico de apellido Perez que había dejado una gran herencia

Esperanza estaba consciente de sus ancestros Perez y aunque actualmente su apellido Perez era el tercero, también lo era el quinto y el sexto y el octavo y el décimo y varios más; por varios lados descendiente del primer Perez llegado a estas tierras, el Capitán Cristobal Perez Teran de Rivero

Inmediatamente leída esta noticia, a Esperanza se le despertó nuevamente el deseo de saber más sobre sus antepasados, conocer a otros posibles parientes lejanos o cercanos y por qué no obtener un gran tesoro oculto.

Esperanza conversó con su hermana, Gema, una mujer profundamente religiosa y entregada a su familia, sobre este suceso y la conversación debió ser algo como esto:


"Gema, vení vamos" 

Y ella debió haber respondió: "noo, que bobada"

"Vení, vos sabes que ese apellido Perez nos sobra y quien quita que nos den esa herencia"


No se sabe muy bien cómo, pero Esperanza convenció a Gema de ir directamente a la parroquia a pedir todas las partidas de bautismo y hacer fila en la plazoleta Uribe Uribe de Medellín.

Al día siguiente, Domingo 16, después de ir a misa de 8 am, se acercaron a la plazoleta Uribe Uribe y encontraron una gran cantidad de personas haciendo fila y conversando entre ellas sobre la herencia, algunos decían que era un cofre lleno de monedas que había encontrado el primo lejano de un tesoro marítimo, otros que era un tesoro maldito, otros que era un condado con una mansión con amplios campos cultivables en la provincia de Sussex, Inglaterra que había ganado en un juego de cartas a un conde Inglés fallecido y venido a menos.

Sea cual sea la herencia, la familia hizo fila esperando su turno de ser atendida para mostrar los documentos que acreditaban su historia familiar.

En la familia siempre existió cierta costumbre, que podría ser extraña para algunos, se trata de ver las caras y la forma de hablar de todas las personas intentando encontrar algún tipo de similitud con la nuestra, se podría decir que es una costumbre según la cual intentamos encontrarnos a nosotros mismo en el otro. Posiblemente sentimos nostalgia al ver en el otro una parte de nuestro árbol genealógico caminando por ahí.

Debido a esta conducta tan particular, Esperanza y Gema, vislumbraron a una persona entre la multitud muy similar a como eran sus tíos, el cual resulto ser abogado y también estaba en el mismo lugar esperando su turno. 

La familia entabló amistad, rápidamente, con este abogado de apellido Uribe, el cual era el segundo apellido de las hermanas. 

Pronto comenzaron a ver una similitud con su propio modo de hablar y con facciones vistas en las caras de los abuelos.

Dos horas después de llegar a la plazoleta Uribe Uribe, a las hermanas les tocó su turno de mostrar las pruebas de su origen por las ramas del apellido Perez, al albacea testamentario. finalmente solo hubo una confirmación acerca del parentesco con el finado y una promesa de contactarlas al número de teléfono del hogar.

Al salir de la sala, entre la familia y el abogado discutieron la situación y se compartieron documentos genealógicos y los más particular fue que el padre de este abogado, de nombre Benjamin Uribe Perez, era el tío de Esperanza y Gema. 

Las hermanas conocían la historia de Benjamín y Lia, esposos casados en Caldas, que tras la muerte del primero, hace más de 50 años, la esposa apartó al único hijo habido de ese matrimonio de la familia de su marido, por alguna disputa familiar que ya nadie recordaba.

Durante varios años y algunas visitas a la casa de Gemita, la familia ató cabos y pudo presentar al primo perdido a los demás familiares, generando una gran alegría para todos, como si hubieran recobrado un tesoro.

Y volviendo a la historia del tesoro, al final no se supo si lo de la herencia era real o era simplemente una reunión del apellido Perez, convocada por una aficionado a la genealogía que quería ver las caras de sus parientes y aunque la familia no recibió ninguna llamada y mucho menos una sola moneda de oro de la herencia, encontró en el familiar perdido una gran amistad estrechada por lazos sanguíneos, conservada hasta el día del fallecimiento del Abogado Uribe Perez, 7 meses después.


Autor: Pablo Isaza Agudelo

Comentarios

  1. Me encanta cómo combinas anécdotas familiares con un poco de misterio. Imagino la emoción y las dudas de todos los Pérez al leer el anuncio en el periódico y luego hacer fila con sus documentos en la plazoleta. Aunque la herencia resultó ser una incógnita, el reencuentro familiar con su primo perdido es un final perfecto. ¡Gracias por compartir este relato tan entretenido!

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